Hasta el final dijeron. Se sostuvieron en manos del otro, sin dejarse caer. Abrieron los ojos y miraron hacia delante. Sin impedimentos, porque el matrimonio es para siempre. Porque el amor es inconfundible. Es infinito.
Exiguas juventudes creen en el amor, en el amor eterno, pero en mis ojos vi como aquella pareja de 80 años de edad, habiendo pasado miles de historias, incluso guerras, se amaban, se amaban locamente y jamás podrían vivir el uno sin el otro. A pesar de sus miles discusiones, y riñas. Riñas sin causa y motivo.
Pero eso es lo que los mantiene vivos, despiertos, comunicados. Discusiones estúpidas. Pero es que las cosas estúpidas siempre forman parte de nuestra felicidad.
Sin nada, pero con TODO, sobrevivieron miles de asaltos. Y ahí están, a pie del cañón, relatando miles y miles de historias. Historias que vienen y van, de hijos a nietos.
Y es que el amor verdadero es amor infinito. No se desprende nunca del cuerpo, del corazón.
que bonito, me has emocionado, porque es verdad..
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