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domingo, 19 de enero de 2014

¿Relaciones cortas o relaciones largas?

Dicen, o digo, que las historias de amor más bonitas son las más cortas, las más intensas, las inesperadas, las que nos revolucionan el corazón por minuto, las que tan pronto vienen como se van. Esas historias que permanecerán siempre en nuestro recuerdo por mucho que pase el tiempo.

Pero sabemos que son historias sin feedback, y que por mucho que queramos volver a ellas nunca volverán a suceder.

Y en ese momento es cuando valoramos las historias largas, las historias con recorrido. Las historias que dan tiempo a conocer a la otra persona con profundidad. Esas historias en las que empiezas a valorar que no somos perfectos, que todos tenemos fallos, y que esos fallos son los que hacen que una historia larga sea una historia bonita.

Son historias que se construyen con una base, un fundamento, y que sin darse cuenta no importa lo largas que sean sino el contenido de ellas.
Es construir un camino al lado de la otra persona, madurar, aprender a crecer, y a ver que en la vida las cosas más pequeñas son las cosas más grandes.

Es esa confianza que no te deja imaginar tu vida con otra persona. Porque la confianza es la base de las relaciones, y sin ella no hacemos nada. Y por mucho que pasen días sin ver a esa persona, sabes que él es la persona a la que quieres contarle la primera buena noticia del día, o la noticia más dura, o lo primero que se te pase por la cabeza.

Que un día puede ser muy gris, pero los que vienen detrás son los días más felices de tu vida, porque sabes que vas a pasarlos junto a él.

Y que si es un domingo, como si es cualquier día, vives de su sonrisa.