Parecía que la vida giraba y giraba siempre en torno a lo mismo, pero entonces, apareciste tú. En el lugar más inesperado, el día más importante del año, o por lo menos esos se suele decir del día de tu cumpleaños. Apareciste sin quererlo. Fue un juego tonto que acabó enganchándonos. Yo había dejado de creer en ciertas cosas, pero con el tiempo empecé a creer, creí en ti y me convencí. Me convencí de que las cosas surgen, sin esperarlo, que llegan solas, y que en los sentimientos el corazón es el que manda.
Que en el amor hay que dejarse llevar, darle segundas oportunidades al corazón. Y que la razón es al final el último mono de toda esta historia.
Que si haces algo será por tus impulsos. Y esos impulsos los lleva el deseo.
No importa cuando lo sientas, lo importante es el momento, que lo disfrutes, que dejes volar al alma, que el destino ya pondrá a cada uno en el lugar correspondiente; y que si es tuyo lo será para siempre.
Dejemos volar al alma.
