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domingo, 17 de mayo de 2015

Eso, aquello...

Sin llegar a ser dulce, puedes llegar a ser amargo, según las ganas, según la intensidad en la que tu voluntad proceda. Pero a pesar de ello, siempre apeteces, verano, invierno, otoño, incluso en primavera.

Produces la vulneración, la inocencia de día, y el diablo de noche. La inestabilidad de mi piel se aferra a las yemas de tus dedos, y el contacto comienza a afectarme, a despertarme, a querer arrancarte toda la sustancia de un sorbo, a querer despertar de este sueño/realidad quizás mañana, o seguramente quiera decir nunca.

Porque a veces, eres el único que me da vida, que me da el impulso para escribir, para fluir, volar, alcanzar la plenitud...

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